El casco antiguo

El casco antiguo está delimitado por la ruta del tranvía, que marca el sendero por donde hasta 1865 estuvieron las murallas de la ciudad. Aquí encontramos la mayor concentración de monumentos, pertenecientes en su gran mayoría a la época de esplendor tras la reconquista, en 1238, cuando Jaime I tomó la ciudad de manos moras. De este modo se puede hacer un cómodo recorrido a pie, pasando por las últimas plazuelas y callejas solitarias que quedan en Valencia:
Comenzamos en la Catedral, de estilo gótico primitivo (a pesar de que a ella se han añadido durante los sucesivos siglos partes de diversos estilos). Tiene tres portadas, una románica, otra gótica y otra barroca . La Capilla Mayor es barroca y las laterales neoclásicas. Destaca en ella su impresionante cimborrio, la torre campanario de planta octogonal, símbolo de la ciudad, al que llaman los valencianos el "Micalet" (o Miguelete) Desde su azotea se divisa una preciosa panorámica; (y si tiene paciencia como Víctor Hugo, quizás logre contar los 300 campanarios que el afirmó que poseía la ciudad).

Pero el dato más extraordinario es si duda la Sala Capitular, donde se venera el que se considera el Santo Cáliz que Jesucristo consagró en la Ultima Cena.

El Museo de la Catedral expone pinturas de Goya y Jacomart, orfebrería de Cellini, tallas de Paggibonsi, cuadros de la Escuela Valenciana del s. XV al XVII y una extraordinaria Custodia que por ser más moderna no tiene menos valor que otras de mayor antigüedad. 

Junto a la Catedral, está la Basílica de la Virgen de los Desamparados, ("Mare de Deu dels Desemparats") , la patrona de la ciudad, y en un callejón inmediato el Almudín, almacén de trigo de la época medieval, hoy restaurado y convertido en Museo. Siguiendo hacia el Este, en una pequeña plaza, está la Iglesia de San Esteban, donde, según la tradición, el Cid casó a sus hijas y San Vicente Ferrer fue bautizado. En la cercana calle del Palau está el Palacio de los Almirantes de Aragón, y en la de Trinquete de Caballeros, la Iglesia de San Juan del Hospital, de elegante gótico, como lo es, si no aún más, el Convento de Santo Domingo, en la Plaza de Tetuán, a pesar de las añadiduras de los siglos XIV y XV en su interior o la portada diseñada por Felipe II.







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