El casco antiguo está delimitado por la ruta del tranvía, que marca el sendero por donde hasta 1865 estuvieron las murallas de la ciudad. Aquí encontramos la mayor concentración de monumentos, pertenecientes en su gran mayoría a la época de esplendor tras la reconquista, en 1238, cuando Jaime I tomó la ciudad de manos moras. De este modo se puede hacer un cómodo recorrido a pie, pasando por las últimas plazuelas y callejas solitarias que quedan en Valencia:
Pero el dato más extraordinario es si duda la Sala Capitular, donde se venera el que se considera el Santo Cáliz que Jesucristo consagró en la Ultima Cena.
El Museo de la Catedral expone pinturas de Goya y Jacomart, orfebrería de Cellini, tallas de Paggibonsi, cuadros de la Escuela Valenciana del s. XV al XVII y una extraordinaria Custodia que por ser más moderna no tiene menos valor que otras de mayor antigüedad.
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